Cuando era chica, mi mamá me decía que en todas las latas de arvejas había una más oscura, entonces cada vez que abría una lata, mi tarea era buscarla y sacarla. Yo no me preguntaba como sabía eso, para mi era una realidad, algo que sucedía sin excepción por alguna razón particular que solo ella conocía. Buscaba esa arveja entre todas las arvejas verdes y brillantes, no como algo feo o que estaba en mal estado, era mi hallazgo y la comprobación de su certeza, como un tesoro, sólo una, ahí estaba.
Hoy mientras cocinaba tuve este recuerdo, cuando me encontré buscando y separando la arveja oscura de la lata, algo que hago siempre, sin darme cuenta... Porque Ella tenía razón, siempre hay una, y me encanta comprobarlo.
Será que hay ciertas fechas donde se me dá por extrañar un poco más...
Y que lindos son esos pequeños recuerdos.