Y como ya les anticipé algo, últimamente mi cabeza es un infierno. Un poco más que lo habitual.
Casualmente mi maravilloso doctor el señor homeópata, por no sé cuales razones decide adelantarme el turno. Dichosa de mí, después de dudar un poco por tener que dejar de lado obligaciones, como si mi gran problema no fuera justamente el postergarme siempre, le hago caso y voy.
Viernes al mediodía y sol, horario y día justo como para no tener excusa y dar por terminada la semana antes de tiempo.
Después de una parada técnica obligada para procesar toda la charla con el doc (que dicho sea de paso me dijo cosas terribles y me pegó una buena zamarreada) ahí estoy, con toda la tarde del viernes por delante. Completamente sola.
Buscando salir un rato de mi angustia, caminé y caminé, muchísimo (no se crean que sólo camino cuando tengo citas) y decidida a encontrar de una vez por todas la necesaria levedad de mi ser, me dediqué a una tarea bien de minita: Hacer compras. (nada más lejos de las pilchas claaaaro)
Entonces compré:
- Cosméticos, con el placer de tener tiempo de probar y decidir.
- Un esmalte de un rojo divinísimo, que dice algo así como Strong Forever, un poco pretensioso, pero aunque no cumpla y se salte como todos es bello.
En la recorrida obligada por Chinatown:
- Todas mis compras de siempre decidida a regalarme unas cuantas comidas ricas para mi alma.
- Esencias y sahumerios en cantidad. porque soy como una alquimista con los perfumes de mi casa.
- Y como yo soy antipantuflas no pude evitar caer en la tentación de unos escarpines con un botón símil piedra facetada que son los más kitsch del mundo.
Y los inevitables regalos, porque adoro hacer regalos, aunque sean simples tonteras:
- Algunos para limar asperezas familiares, que si se los merecen o no, es tema aparte.
- Uno para mi amiga R, porque en estos días malos no hace más que demostrarme que es una pieza fundamental en mi vida.
Ya casi terminada la escapada, cuando estaba volviendo, encuentro en un kiosco de diarios el libro de Alan Pauls que publicó página12. Siempre es una actividad reconfortante comprar un libro, pero cuando aparecen así, mi alegría se multiplica.
Viernes, termino el día con la sensación de que necesito repetir este ejercicio de la soledad más seguido, unas 12 horas al día creo estaría bien... por ahora.