lunes, 31 de mayo de 2010

Como un boy scout

Ya es sabido que yo no soy muy despojada, de salir así como estoy, en general necesito mínimo una horita para ir a cualquier lado... Si me apuro mucho.
 

Pero, aunque me genere muchos conflictos con esa parte mía de los baños eternos y la coquetería, toda la cosa de

Voy para allá...  

Así sin plan...
Me puede...
Siempre...

 

miércoles, 26 de mayo de 2010

Charlas de fin de semana

Fin de semana largo, cuatro días libres, como hace mucho no tengo. 
Entre todas las actividades realizadas, que no voy a contar, el domingo improvisamos una cena. Como siempre ultimamente cada vez que se improvisa reunión, yo hago pizzas. Casi tan seguro como que si me invitan a un cumpleaños, yo llevo la torta.



No es que él sea un amigo entrañable, digamos que es más que nada un buen conocido, pero de esos que uno conoce desde hace tantos años que ya se perdió la cuenta.
Cuenta que se peleó con su novia, una chica con una familia de mucho dinero (lo que le resultaba un poco incómodo) y a la que quería bastante, pero según parece, muy demandante...

"... Además yo en esa casa me sentía un mueble...

No, que un mueble!, un florero, agregó...

un florero y sin flor!... "


Brillante, Risa, ternura, tristeza todo en una misma frase... (aunque la verdad,  más que nada me reí mucho)


viernes, 21 de mayo de 2010

Cita seis y última: El Blogger

Para esta cita estoy totalmente influenciada por los miedos del quien fuera la otra cara de la cita. Timidez, un poco de perfil bajo y bastante desconfianza hacia mi acidez incontrolable y mis poca capacidad de cerrar la bocota. 
Pero yo no puedo resistirme a contarles.
Ya fué, acá va la última cita...


Y como siempre hablamos de cocina con él, esta es la receta para hacer una cita blogger copada:
Juntar un  mail con un texto maravilloso de un escritor, con una pizca de desconfianza de ella porque aunque hubiera caído rendida, le sonó a caballito de batalla. Dejar reposar varios días. Seguir contestando con entusiasmo varios mails remadores hasta lograr el punto justo de interés y terminar en una lluvia de mails interminables. 
Repetir esta operación hasta que los dos interesados estén en el punto justo donde no queda otra opción que conocerse, dejando de lado todos los pensamientos catastróficos que pueden invadir.
Con todo eso, ir directamente a la cita:
 Mezclar la timidez de él con un  un poco de desfachatez de ella para empezar sin que se note que son desconocidos. Agregar sobre ella una cucharada de ternura ante la mano temblorosa de él sosteniendo un regalo. 
Sentarlos en un lugar donde nadie los atiende y dejarlos un rato, hasta que estén totalmente cómodos. 
Salpicar con algunos mosquitos molestos y llevarlos a caminar (y si...) 
Dejarlos caminar conversando varias horas, charlas de todo tipo, dejar que midan y se dejen medir, hasta perder un poco la cuenta.
Para descomprimir ponerla a ella en dos situaciones ridículas, ustedes pueden elegir, pero digamos por ejemplo dos ataques de vértigo ante alturas irrisorias. 
Un halago de él que  corta la conversación, pero quien sabe manejarse bien con los halagos. Dejar pasar. 
Y extender la charla, hasta que ambos estén convencidos de que pasaron una linda noche.
Para la presentación del plato, sumar algunos planes de posibles salidas y comidas a probar. Y para la decoración, un comentario brillante de él, que cuando la quiere abrazar, sabiendo que es un poco tosca le dice:

- Ah, esta es la parte donde yo te abrazo y vos te quedás con los brazos cruzados... 

Y ella después se vá, pero no sale corriendo, nada más se vá. Porque es como un soufflee, si lo dejás de más se aplasta. Hay que saber cual es el punto justo.



miércoles, 19 de mayo de 2010

Cita cinco: El Blogger

Pasaron muchos años y vuelta a las citas a ciegas, ahora en tiempo de Blog.
Por la cercanía de los hechos, voy a buscar un modo divertido, escueto y poco revelador para contarles la historia de mi primera Cita Blogga.
No se entusiasmen, sólo quedan dos Citas.
No vale tirar nombres.
Y a los involucrados les digo... Relajen

Cita Blogga en números:
5- Puntos subió mi ego cuando  me invitó a salir alguien a quien me gustaba mucho leer.
0- Conversaciones por mail, sólo los mínimos renglones para armar la salida.
1- Error, o varios, pero ese 0 fue el primero.
1- Certeza, no hay que creer que por comentar o leer a alguien es conocido. Es casi como conocer a un ídolo, nunca sale bien. Decepción garantizada.
20- Minutos tarde me aseguraron llegar y ser esperada.
10- Segundos me duró la adrenalina para volver a manejarme con toda soltura.
2- Personas me encontré en lugar de uno. No me gustan los amigos que hacen el aguante, aunque se vayan rápido. 
5- Puntos subió su imagen, creí que ya no había hombres que te ayudaran con el abrigo.
2- Mentiras piadosas: Él, total experto en citas decía no salir mucho. Yo, mentí no saber la historia de Hemingway y el Bloody Mary para dejarlo hacer el show de contarme.
4- Minutos tardó en empezar a corretearme abiertamente, incluida mano en la pierna.
30- Minutos intenté mantener una charla totalmente trivial para calmar las aguas.  
8- Puntos subió su imagen cuando me recomendó un postre de Maracuyá de ese lugar (nunca digo que no al maracuyá)
45- Minutos de charla interesante.
60- Minutos estuve tranquila hasta que empecé a hacer el ritual de irme.
4- Días tenía libres por delante y me pidió que los pasara con él, desde ese momento.
90- Minutos duró el primer encuentro hasta que yo intenté salir corriendo, insistió en acompañarme y terminamos caminando hasta donde yo debía ir (ya les dije, caminar es mi modus operandi
3- Tipos entraban cuando salíamos del lugar con los cuales casi se arma pelea por mirarme. Un poco primitivo, pero me causó gracia y lo computé como un halago.
20- Metros caminamos y en la esquina me descalcé para que viera que en realidad no soy muy alta.
50- Metros y yo descubrí que él no sabía dar abrazos.
3- Cuadras antes me invitó a salir de nuevo. 
Varias luces con detector de presencia se encendieron cuando intentó besarme en algún hall de entrada.
1- Vez me mordió el cuello y yo le dí un beso.
15-  ó 20 cuadras caminamos hasta  estar en la cuadra donde yo iba, pero no reconocí la puerta. (es inevitable que siempre haga algo medio ridículo)

Y para los curiosos que siempre preguntan más, hubo segunda cita, pero salió peor que la primera, esta vez si me fui corriendo y lo último que escuche de su parte fue un portazo, pero uno bien fuerte...  Incompatibilidad total de estilos, podríamos decirle.

martes, 11 de mayo de 2010

Cita cuatro: el amor

Y en esta cita, voy a hacer uso indiscriminado del tag y exceptuar mucho, porque es inevitable contar alguna parte de esta historia sin que una veta de amor se cuele entre mis letras.



Él (algunos ya conocen algo por algún post, click) periodista y escritor,  había publicado una nota sobre Picasso y esa noche eligió de nickname ese nombre. Yo, que siempre amé el arte, inmediatamente empecé a hablarle.
La cita transcurre después de casi un año de chatear y mandar mails. Si, un año, con algunas interrupciones. Ninguno de los dos, recién separados, buscábamos pareja, así que por un largo tiempo nos alcanzó con escribirnos mucho y tener charlas interesantes carentes de todo histeriqueo o cortejo amoroso. Pero un día, naturalmente nos pareció que debíamos conocernos.

Después que decidimos vernos, empezamos a dudar y no queríamos pasar un rato a disgusto, creyendo que tal vez podíamos estár incómodos. Porque una cosa es hablar y entenderse y otra cosa muy distinta es tener piel.
Imaginamos posibles citas, donde sólo nos veríamos cinco minutos y otro montón de posibilidades que finalmente descartamos para vernos directamente, corriendo los riesgos.

Nos íbamos a encontrar en un lugar al que yo llegaría en tren, por eso, cuando el tren estuvo demorado, yo con todo mi pensamiento mágico, enseguida empecé a creer que la salida era mala idea. La cita se demoró un rato largo y tuvimos que cambiar el lugar.
Nos encontramos en una esquina, él pasó con el auto, y el plan era tomar un café en un bar cercano, como él tenía que viajar esa noche, no quedaba mucho tiempo para hacer grandes planes.
Apareció con su auto un poco destartalado y tenía todas las características de un escritor, bohemio, despeinado, amante de los gatos,  inteligente, ensimismado y un poco desorganizado. Hablaba, y habla, de forma un poco particular y simpática. Cuando me subí al auto, sacó del asiento trasero una canasta y me dijo:

"Como no sabía a que hora ibas a llegar y estaba en casa tomando mate cuando llamaste, pensé en traerlo"

Además de que yo no tomo café, el gesto natural y poco planeado me encantó, más adelante, la canasta se iba a convertir en el chiste de siempre entre nosotros.

Así como el tren no llegó, y el café en un lugar público fue cambiado por el mate en el auto, nada salió según lo planeado y aunque después tuvimos años de charlas interesantes, literatura, películas finlandesas, y desayunos hablando de futurismo, esa noche hablamos las tonteras más grandes que podíamos imaginar, charlas carentes de sentido, incapaces de encandilar a nadie. Y su viaje, lo que parecía una buena excusa para que la la cita que podía salir mal se cortara sin ser maleducados, terminó siendo una molestia para las ganas de quedarnos.

Pasaron muchas idas y vueltas, algunos años juntos, épocas difíciles, felicidad, amor y lágrimas (muuuchas), una separación muy larga en la que siempre volvíamos a caer, y dos cuerpos que siempre se desearon más allá de lo que nuestra razón indicaba. Un corte definitivo y varios años sin vernos pero siempre un recuerdo con mucho cariño. 

Después de más de tres años, y dos vidas muy distintas a las que habíamos dejado atrás, volvimos a vernos. Sonrió enorme en cuanto me vio y en esa sonrisa se fugaron todos los nervios del encuentro, nos abrazamos y cuando me habló, lo primero que me dijo fue que le encantaba que yo usara el mismo perfume. Esa noche hablamos muchísmo, con la confianza de quienes fueron familia y a la vez como extraños. Por supuesto que en auto, tenía el mate preparado, aunque ya sin la canasta. 



Nota al pie: Todas deberíamos tener alguna vez un novio escritor, para atesorar maravillas escritas sobre nosotras, que de ser encontradas nos hagan sentir bien, y poder mostrarles a las nietas con un "Así como me ves..." 

viernes, 7 de mayo de 2010

Sobre el amor y la cobardía


"La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.

Los amores cobardes no llegan a amores,
ni a historias, se quedan allí.

Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar."

Un comentario anónimo del post anterior me hizo pensar en esta frase de Silvio Rodriguez y la quise compartir... Próximamente volvemos a la programación habitual. 

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cita tres: El novio (de otra)

Y la verdad, pasó hace tanto y fue tan rápido que no recuerdo su nombre. 


Chat otra vez, una charla interesante, alguien que decía estar chateando de casualidad y no estar muy acostumbrado, si claro, dije yo, a lo que me pareció un típico discurso caballito de batalla. 
Hicimos la pasada técnica de charla personal, y lo que más recuerdo es que entre los temas que tocamos, hablamos sobre trajes italianos, y en especial sobre el corte de los pantalones italianos que es distinto a los de acá. Obvio, me encandilé, no nos olvidemos cual es mi profesión (o en ese momento intentaba ser) y antes que el teclado se llene de babas arreglamos para vernos.
Yo en ese momento era estudiante, así que acordamos vernos por Belgrano, lugar que me quedaba muy cómodo para después asistir a clase (nunca fui la más aplicada, pero era una excelente excusa para irse si era necesario)
Y me encontré con un hombre, atildado y bello, nunca fueron las cualidades que más me gustaron en los tipos, pero puedo apreciarlos, y este era por demás interesante. Además me llevaba unos años y eso si suele ser una característica que me cuadra.
Fuimos a un bar, tomamos algo, y después caminamos (acabo de notar que siempre en mis citas a ciegas hay caminatas, debe ser pare de mi modus operandi) 
Caminábamos cuando me dijo tener que contarme algo, y si hay una frase que seguro viene seguida de una confesión desafortunada es esa.

Ahí me dijo que tenía novia, y estaba organizando su boda. Que en realidad estaba asfixiado y las cosas lo habían llevado hasta ese punto casi sin decidirlo, que no sabía como hacer, y que creía que por mi experiencia no tan lejana podía encontrar en mi alguien que lo ayude a solucionar esta situación. Que yo era una bocanada de aire fresco y bla bla...

Y digo bla bla, porque no había terminado de hablar, cuando yo vi que venía a eso de unas dos cuadras el colectivo que debía tomarme y rápidamente le expliqué, que yo ya tenía mucho con mi historia, que había sido bastante fuerte cancelar una boda y dejar dos familias consternadas, como para cargarme con otra más. 
Y que a todo esto, a mi no me había hecho falta nadie... 

Por supuesto que le dí un beso de cortesía, se lo merecía por churrazo, subí rauda a mi transporte... y huí....

Hablamos esa misma noche, cuando yo todavía estaba en la facu, pero la verdad, ni recuerdo de que...

domingo, 2 de mayo de 2010

Cita dos: El sexo

O no se puede vivir sólo de té y literatura



Seguimos más o menos por la misma época de la cita anterior. Con L, me quejaba de la vida, de mis ganas de no casarme, y de todos esos etcs. 
Por otro lado, volvía a ser una joven soltera, después de seis años, y habiendo sido mi novio el único hombre entre mis sábanas. 
Sin querer criticar a el que fuera mi primer hombre, digamos que estando moldeada totalmente a su medida y en una relación que no estaba nada bien, me encontraba algo así como aburrida, creyendo ingenuamente que todo terminaba y empezaba donde yo conocía. 
Situación de la que agradezco nunca más haber vuelto a sentir y de la que me ocuparé personalmente no vuelva a ocurrir, JAMAS. 
Atraída tontamente por un poco de seducción básica, contenta  como con juguete nuevo después de tantos años sin histeriqueo, mi segunda cita ciegas, tuvo todos los condimentos esos que se dicen para que una relación sea explosiva. Completamente distintos, no hacíamos más que encontrar diferencias irreconciliables, eso sumado a un poco de culpa por mi parte, fue todo lo que hizo falta para la que fue, la primera gran calentura de mi vida (por suerte después hubo otras).
Cuando teníamos sexo las peleas no existían y recuerdo haber pensado para mi, "Así que así era esto?"... 
El, rubio de ojos claros, no era lindo, pero los lindos nunca fueron mi tipo. Bastante cheto, un poco canchero, (nunca hubiera salido con alguien que tuviera control remoto en el auto, por dior!) yo no hacía otra cosa que mofarme de sus actitudes. 
Salimos unas cuantas veces, tuvimos mucho sexo, y alguna vez intentamos hacer cosas de gente que intenta tener algo, como cenar o ir a cine, fuimos hasta Haedo donde estaba el perfecto sistema de sonido para ver, Stars Wars, películas de las que era fan, y que en cambio, yo nunca hubiera visto. 
Le molestaba un poco que yo le arrugara la ropa (es el día de hoy que si se dá la situación, prefiero la cosa de la ropa por el piso), por lo que en cuanto podía la juntaba del suelo y la acomodaba. Con esa actitud, se ganó mi apodo de tintorero y un día  después de tantos choques, me encontré puteando mientras hablaba con él desde el colectivo y ahí decidí no verlo más.

Un tiempo después no se cuanto, pero mucho tiempo depués, volvió. Hay algo, una sóla cosa en la que todos los hombres de mi vida se parecen, siempre, pase mucho o poco tiempo, alguna vez vuelven o al menos lo intentan. Cuando volvió, yo estaba sola, y el recuerdo a la distancia no era nada malo. Entonces salimos una vez. 
Fué un total  fracaso. 

Ahí me dí cuenta que su principal virtud era haber estado en el lugar indicado, en el momento justo...


Nota al pie: De todas formas, creo que esa no fue la primera cita.  La cita a ciegas real, sólo duró una media hora, y no más porque yo, todavía estaba de novia, y como acostumbro, salí corriendo.